No podemos decir a dónde vamos, pero ¿de dónde venimos? Encontramos huesos, tanto de mujeres como de hombres, dientes y herramientas que nos dan información. Construimos hipótesis basándonos en ellos. Encontramos un nuevo fósil, nos da más información, y, a partir de esa información podremos decir que nuestra hipótesis es válida, que hay que hacerle unos cambios, o que tenemos que meterla en un cajón y construir una nueva.
Construimos hipótesis en base a lo que tenemos. ¿Cómo terminará esa hipótesis? ¡Quién sabe!
Buenos días, mi nombre es Idoia Goikoetxea Zabaleta. Soy de Beasain y trabajo en evolución humana. Os invito al palacio de Igartza.
Lo mejor de ser investigador… Cuando eres pequeño eres muy curioso, pero con la edad, a veces, se pierde la curiosidad. Vivir sumergida en el mundo de la ciencia es una manera de no perder esa curiosidad, y para mí es muy importante. Ese me parece un punto importante de ser científica.
El mundo de la investigación también tiene sus contras. Normalmente pasamos mucho tiempo lejos de la familia. La investigación no se sitúa en un solo lugar. No es un trabajo fijo: se necesitan ayudas, y no son fáciles de conseguir. Pero, bueno, aunque sea complicado, cuando los consigues la recompensa es seguir con tu investigación, y te alegras.
Desde pequeña me han gustado tanto la biología como la historia. Y he conseguido aunar los dos en mi investigación. En este momento estoy investigando el crecimiento de los niños neandertales y cuantas kilocalorías necesitaban para completar ese crecimiento.
Estudié biología en la UPV, en el campus de Leioa. Fui a hacer un master a la Universidad de Granada, un master en Antropología Física y Forense. Me metí en la investigación de huesos, y estando allí, salieron las becas del estado para proyectos. Hice la solicitud, me llamaron de Atapuerca y he pasado cuatro años investigando allí.
Atapuerca es uno de los yacimientos donde más huesos se han encontrado en el mundo. Además, se ha descubierto una nueva especie, el Homo antecessor. Existen huesos de niños de esa especie. Serían muy útiles para mi investigación si no fuera porque son trocitos pequeños. Son, sobre todo, cráneos, muchos dientes y algunos trozos de hueso. Y yo necesito huesos enteros. Por tanto, es un yacimiento adecuado porque hay gente muy buena, pero hasta ahora no he podido utilizar huesos de Atapuerca en mi investigación.
Para llevar a cabo la investigación del crecimiento de los neandertales me he basado en las longitudes de fémur que hay en bibliografía. Con unos modelos matemáticos se calcula la altura a partir de la longitud del fémur, y, después, se calculan las curvas de crecimiento con otros modelos matemáticos. He comparado esas curvas con las curvas de los niños actuales. Por un lado, he construido la curva de los niños de Beasain, y, por otro, como los neandertales vivieron en Europa en una época muy fría, se utiliza a los esquimales para la comparación.
La altura y el peso están estrechamente relacionados. Con otras ecuaciones matemáticas hemos calculado las curvas de peso. Así, sabemos cuánto pesa un niño de Beasain con un año, y un esquimal con un año, con dos, tres, cuatro, cinco y seis años. Existen unas tablas con las que a partir del peso se puede saber cuánto necesita comer el niño.
Se ve que al principio consumían lo mismo, pero, luego el consumo baja. Los niños neandertales crecían menos. En cambio, los adultos consumían muchísimas kilocalorías. En nuestro caso tenemos suficiente con 2000 kcal, 1800 las mujeres. Se estima que los neandertales necesitaban 4000-5000 kcal al día. Si los niños también necesitaran mucho tanto el niño como los adultos tendrían problemas para sobrevivir. Una manera de adaptarse podría ser que los niños consumieran poco y que comenzaran a consumir más cuando fueran capaces de ir de caza o a recolectar comida.