Las personas multilingües sufren, como media, cinco años más tarde las enfermedades neurodegenerativas como, por ejemplo, el Alzheimer. Así lo afirman, al menos, numerosas investigaciones publicadas en los últimos años. Parece ser que los cambios que el aprendizaje de un idioma ocasiona en el cerebro, lo protegen de alguna manera. Pero ¿es posible lograr esa protección en la vejez? Si hemos llegado a la tercera edad siendo monolingües, ¿cómo cambiará nuestro cerebro al aprender un nuevo idioma?
Es la pregunta de la que parten los investigadores del BCBL en el proyecto GARUNA.
Jon Andoni Duñabeitia (BCBL): El ejercicio, a cualquier nivel, es positivo para el organismo, ya sea ejercicio físico, o ejercicio mental, intelectual o cognitivo, como es el aprendizaje. No tiene por qué ser mejor un ejercicio que otro hasta que no se demuestre que esto es así. Por eso, el proyecto Garuna pretende demostrar que a través del aprendizaje de una lengua favorecemos esas mejoras en el organismo, a nivel de salud y a nivel cognitivo, y otra cosa añadida: la capacidad de otorgar a esas personas que están aprendiendo una lengua esa pequeña ventaja de poder comunicarse con sus nietos, que son vascoparlantes.
Los científicos han recurrido a la mancomunidad del Txorierri en busca de personas mayores que participen en el estudio. Allí, en el centro cultural Kultur Birika de Derio, han organizado cursos de euskera, durante tres horas a la semana, y en grupos divididos por edades. Se presentaron 72 voluntarios, pero tuvieron que descartar a siete de ellos porque no eran completamente monolingües. Teresa Hernández es una de las que sí han resultado elegidas.
Teresa Hernández (estudiante de euskera): Yo he nacido en Valladolid y a los 11 años vine para Bizkaia. Yo empecé a trabajar. Yo veía a la juventud que hablaba en euskera y me daba una envidia bárbara. No sé, así que ahora a ver si aprendo algo. Yo le digo al marido que nunca es tarde para aprender. Y yo voy a poner toda la carne en el asador. A aprender lo que pueda. Lo que me dé el cerebro, claro, que esa es otra. Porque yo ya no tengo la misma retención que tenía antes.
Maria Gastón (profesora euskera EPA): Hombre, por un lado, están un poco temerosos (…)
Teresa Hernández (estudiante de euskera): Hoy hemos aprendido las horas y los saludos. Egun on, zer moduz...Yo le digo al profesor, ya verás cómo el años que viene yo hablo euskera! Bueno, no euskera, pero tener una soltura para saludar, para ir a una tienda y pedir...
Janire Akasuso (Mancomunidad del Txorierri): Con las clases están muy contentos. Van muy motivados, muy animados y con ganas de aprender. Además, les parece que están haciendo algo muy importante por el hecho de colaborar con la ciencia.
Si aprenderán euskera o no, se verá al final del curso. Mientras tanto, los científicos del BCBL se fijan en los cambios que se producen en el cerebro durante el proceso de aprendizaje. Para ello, realizan un seguimiento científico a los estudiantes. Por en lado, sin moverse de Derio, hacen ejercicios conductuales delante del ordenador. Algunos de esos ejercicios sirven para analizar la comprensión y la producción lingüística: leer palabras en voz alta, denominar dibujos, decidir si se trata de palabras reales o inventadas... También realizan esos mismos ejercicios en castellano –su lengua materna– para ver si el aprendizaje de un nuevo idioma modifica el que ya sabían. Además, hacen ejercicios no relacionados con el lenguaje, destinados a medir su atención y su memoria de trabajo.
Precisamente, la atención y la memoria de trabajo son dos de los campos en los que los cerebros bilingües presentan ventajas.
Itziar Laka (UPV/EHU: Sabemos que los bilingües que cambian de idioma continuamente, como su cerebro tiene que cambiar de un idioma a otro –claro, al que es bilingüe esto le parece una tontería, pero cognitivamente es una tarea muy compleja– tienen una parte del cerebro que está muy entrenada, y son muy hábiles en las tareas que requieren el uso de esa parte del cerebro.
Cada tres meses, Teresa y el resto de los alumnos va a Donostia, a las instalaciones del BCBL, a hacerse resonancias magnéticas. Para saber si la estructura de su cerebro ha cambiado, basta con comparar las neuroimágenes de principio de curso con las del final. Pero, además, aquí les hacen resonancias magnéticas funcionales.
Jon Andoni Duñabeitia (BCBL): Atendemos a la estructura, es decir, a cómo es el cerebro, a cuáles son sus partes, cómo de bien estructuradas están, el número de conexiones existentes, el grosor de ciertas áreas...Por otro lado, está la parte funcional. Esto que ya sabemos cómo es, cómo está funcionando cuando ponemos a una persona a hacer ua tarea en la que necesitamos que sea flexible para pasar de un criterio a otro, por ejemplo.
Teresa se está preparando para hacer la resonancia. No puede llevar ningún objeto metálico, y está algo nerviosa. Cuando esté tumbada en la máquina, tendrá una pequeña pantalla frente a sus ojos, y un joystick en cada mano para ir contestando al ejercicio. Antes de empezar, debe practicar en el ordenador para asegurarse de que lo ha entendido.
Jon Andoni Duñabeitia (BCBL): Es una tarea bastante sencilla. Tienes que responder con la mano derecha o con la mano izuqierda, en función de u objeto que se te presenta. Si es un cuadrado, tendrás que pulsar con una mano y, si es un círculo, con la otra. Pero, en un momento de la tarea, se te pide que te olvides de ese criterio y te centres en el color. Ya no nos centramos en cuadrados y círculos,sino en rojo y azul.
Itziar Laka (UPV/EHU): Y, en un momento dado, cambiaré de ejercicio les pediré que respondan según el color. Y después, volveré a cambiar para que respondan según la forma. Y así sucesivamente. Y puedo ser mala y complicarlo aún más. Ahí veremos que el bilingüe tiene ventaja, ya que lo hará más rápido y cometerá menos errores. ¿Por qué? Porque está acostumbrado a cambiar de tarea.
Teresa Hernández (estudiante de euskera): Me han dicho que me hacen ahora una y dentro de unos meses me hacen otra, y es para saber cómo va el cerebro. Yo estoy con la ciencia, de todas todas. Yo todo lo que sea investigar para que no haya tantas cosas me parece de madre.
El ejercicio que va a hacer Teresa se llama cambio de tarea. Según una investigación realizada en Cataluña, las personas monolingües utilizan el hemisferio izquierdo para cambiar de tarea. Los bilingües, en cambio, el área de Broca.
Itziar Laka (UPV/EHU): El área de Broca es computacionalmente muy eficiente, trabaja muy deprisa. Así que es muy posible –aún no lo sabemos– que esa ventaja que tienen los bilingües tenga que ver, precisamente, con ser bilingües y con un cambio que se produce en su cerebro. ¿Que si cambia el cerebro? Sí, pero todo lo cambia todo, en el cerebro, en el cuerpo y en todas partes. El cerebro no es una excepción.
El proyecto Garuna está aún en su fase inicial. Según vaya avanzando sabrán si aprender idiomas en la tercera edad amplía la flexibilidad cognitiva o no. De momento, decir que el euskera puede funcionar como medicina preventiva contra la demencia parece demasiado. Pero, igual que el cuerpo necesita ejercicio para mantenerse en forma, el cerebro también necesita hacer gimnasia.
Y es que, si algo hace especial al cerebro humano, eso es la neuroplasticidad; la capacidad de desarrollarse en función de su entorno. Los estímulos, la educación, las relaciones que tendrán estos niños moldearán de una u otra forma sus cerebros. Y los idiomas que aprendan también tendrán mucho que decir.