El Sol ha tenido un visitante digno de mención: el cometa Ison, venido del extremo del sistema Solar. Igual que otros cometas, asteroides y planetoides, pasó allí muchos años, en la llamada nube de Oort. Pero, ha acabado cayendo hacia el Sol, y esa visita ha resultado fatal para el cometa.
Ya no existe el cometa Ison. Se acercó al Sol siguiendo una órbita muy elíptica, y en su perihelio, es decir, en el punto más cercano al Sol, la fuerza del campo gravitatorio de la estrella lo ha triturado y lo ha desecho. Llegó a ese punto el 28 de noviembre, a sólo un millón de kilómetros del Sol. Demasiado cerca. Casi llegó a tocar el Sol, y tocar el Sol tiene sus consecuencias.
Desde la Tierra, miles de telescopios observaban, esperando ver al cometa escapar. Pero no vieron nada. Los astrónomos anunciaron que el cometa Ison se había perdido para siempre.
Entonces, ocurrió un milagro. El 29 de noviembre, los telescopios más potentes detectaron un trozo del cometa alejándose del Sol.
Pero era un trozo muy pequeño, que perdía fuerza rápidamente. Y de ser una pequeña parte del núcleo, pasó a ser polvo y partículas de hielo. El 3 de diciembre, se certificó que el cometa se había desecho completamente. No pudo seguir su órbita. El Sol lo destruyó. Pero nos ha dejado imágenes de gran belleza y muchos datos para los astrónomos.