“¿Qué hora es?” El ser humano ha tratado de encontrar la respuesta a esta simple pregunta durante toda su historia. Y no ha sido fácil hallarla. Al principio, era el movimiento de los astros en el cielo lo que indicaba el fluir del tiempo. Los primeros artilugios llamados relojes funcionaban con la sombra producida por el sol. El agua que manaba de las clepsidras, velas que se consumen o arena que cae de un recipiente a otro ha servido también para medir el tiempo. Mecánicos, de cuarzo y ahora atómicos, la carrera por la precisión en los relojes ha sido, y continúa siendo imparable. Se podría decir que tenemos el tiempo bajo control…. Más o menos.
JOSÉ LUIS FERRO; Tecnikronos: Será deformación profesional pero si has quedado con alguien, miras a tu reloj, y si todavía no ha llegado, parece que el tiempo pasa más lentamente.
Bromas aparte, José Luis dirige Tecnikronos, una empresa experta en tiempo. Instala y gestiona relojes públicos de iglesias, ayuntamientos o estaciones de transporte, como en este caso. Tecnikronos lleva el mantenimiento de la estación de tren de Abando, en Bilbao. Esta máquina controla la hora de los relojes que dan a la Plaza Circular. Es más que un simple reloj, se podría decir que es un servidor de tiempo. No genera la hora por sí mismo, la recibe por medio de ondas de radio a través de esta antena.
JOSÉ LUIS FERRO; Tecnikronos: La señal, en este caso, llega de Paris, es enviada por la emisora de radio France Inter. Hay una señal portadora con la información de fecha, hora minutos y segundos. Esa señal la recoge un reloj patrón, que es este, y la reparte entre los relojes que tiene bajo su mando.
Esa hora que llega a Bilbao desde Paris, ha sido generada por el reloj atómico del laboratorio francés de metrología. Aquí, atómico y preciso son completamente sinónimos. Este tipo de relojes se basa en la frecuencia de oscilación del cesio- 33. Este isotopo vibra exactamente 9.192.631.770 veces en un solo segundo y, así, los relojes atómicos son los instrumentos de medida del tiempo más precisos creados por el ser humano. Solo retrasan un segundo cada 30 millones de años. Una media de 200 relojes atómicos de todo el mundo establece el Tiempo Atómico Internacional, un estándar oficial aceptado en todo el planeta. En Europa, son dos las señales horarias de radio más utilizadas. La ya mencionada de París, con un alcance de 3.500 kilómetros, y la de Frankfurt, con 2.000. A nivel mundial son numerosas las estaciones de radio que proporcionan hora exacta.
Pero contar con un reloj capaz de sincronizarse mediante esas señales no es ya tan extraño. De pared, de pulsera, despertadores,… La hora exacta ya no es un lujo, pero continúa siendo una necesidad en ciertas situaciones. Y ahí, hace falta algo más que cuarzo.
JOSÉ LUIS FERRO; Tecnikronos: Una de las características del cuarzo es que su oscilación cambia según su tamaño, y la temperatura incide, aunque sea mínimamente en ese tamaño, la altera, y por tanto, cambia también la frecuencia de la oscilación. Así, el reloj atrasará o adelantará su hora.
La hora de la estación de Abando no puede estar sometida a tales alteraciones.
JOSÉ LUIS FERRO; Tecnikronos: Muchas veces, cuando llegamos a una estación, sucede que nuestro reloj y el de la estación no concuerdan, y tampoco la hora de la farmacia de la calle, por tanto ¿de cuál debemos fiarnos? Pues de la hora de la estación, la que marcan todos los relojes de la misma, una hora recibida mediante señales de radio o de satélite.
En el caso de Abando, la hora llega a través de señales de GPS, y es también una hora generada por relojes atómicos. Cada uno de los satélites de posicionamiento cuenta con su propio reloj atómico. El cálculo de las distancias y la posición exacta depende también de la precisión del tiempo.
JOSÉ LUIS FERRO; Tecnikronos: Este reloj patrón recibe esa hora y la reparte a todos los relojes de la estación de Abando, y también la envía a 44 estaciones de tren más, correspondientes a tres líneas, Bilbao-Muskiz, Bilbao-Santurtzi y Bilbao-Orduña. En todas, la hora depende de este reloj.
La razón de esta exactitud y coordinación horaria no es solamente que los relojes salgan y lleguen a su hora. Hay multitud de operaciones como envío de señales a través de las líneas de tren o la comunicación entre estaciones, en las que la sincronización horaria es fundamental.
IÑAKI LETURIA; Elhuyar Zientzia: ¿Qué hora es? El mío marca las once y cuatro minutos.
JOSÉ LUIS FERRO; Tecnikronos: Pues este marca las once y dos. Tienes el reloj adelantado.
La relación entre tren, hora y relojes no es nueva. En el siglo XIX, fue el tren el que extendió la necesidad de saber la hora exacta. Lógico: el uso del ferrocarril dependía de conocer con precisión cuando partían o llegaban los trenes. Por aquella época los relojes de uso personal eran inalcanzables para la mayoría, por lo que las estaciones de tren fueron instalando relojes públicos que proporcionaban hora exacta y fiable a la gente, fueran usuarios o no de tren. Ha pasado mucho tiempo desde entonces y hoy todos llevamos relojes y sabemos en qué hora vivimos… más o menos.