Kaixo, me llamo Francisco Blanco, soy profesor de investigacion Ikerbasque y trabajo en CiC Biogune.
Nustra principal actividad es interrogarnos y preguntarnos cuál es la estructura de las proteínas y cómo desarrollan su función en la célula. Las proteínas pueden adoptar estructuras tridimensionales muy diferentes, y qué tipo de estructura adopten determina cómo van a funcionar: si van a funcionar mal, si van a funcionar bien, si van a realizar tal función, si van a realizar esta otra función, van a ayudarte a digerir los alimentos, van a ayudarte a transmitir las señales por el sistema nervioso... Estructura y función están íntimamente relacionadas.
El ácido nucleico, el ADN es el libro de instrucciones para hacer proteínas, pero las proteínas son las que hacen el trabajo del ser vivo. El campo de la estructura de proteínas está aún por explorar en su totalidad, hay mucho trabajo pro hacer. Se conocen algunas estructuras que están relacionadas con ciertas funciones, pero no se conocen todas las estructuras de todas las proteínas del organismo, que puede haber 30.000, 40.000 proteínas diferentes, o quizás más. No se conoce el número concreto.
Nos preguntamos cuál es su estructura y cómo funcionan en primer lugar. Y en segundo lugar nos preguntamos cómo podríamos aplicar este conocimiento sobre su estructura y funcnión en cosas más prácticas. En los últimos diez años me he enfocado en proteínas que tienen que ver con cáncer, y esto me ha llevado a ir un poco más allá, por ejemplo, en genera moléculas que pudieran aplicarse para frenar el cáncer.
El conocimiento de la estructura de dos proteínas que interaccionan, se pegan y favorecen que las células se unan entre sí, permitió al equipo de Francisco Blanco participar en el desarrollo de una molécula que obstaculiza en ratones la evolución del cáncer de colon y la metástasis en el hígado. Resultado de ocho años de investigación, el trabajo ha sido publicado recientemente en la revista norteamericana Journal of Medicinal Chemistry”.
En el proyecto colaboraron con un grupo de investigación de química orgánica de la UPV, el Instituto e Genética y Biología Molecular y Celular de Estrasburgo y la spin-off Ikerchem.
“Se diseñaron y sintetizaron pequeñas moléculas orgánicas que interfieren con la adhesión celular, bloquean el crecimiento de tumores en ratones e incluso bloquen la extensión de este cáncer a otros organismos, bloquean la metástasis en ratones”.
Las moléculas diseñadas obstaculizan la adeshión de las células cancerosas entre sí y con las células sanas. El crecimiento del tumor depende de esta interacción, por lo que bloquearla evita que el cáncer se extienda.
Sería necesaria la participación de la industria farmacéutica y una fuerte inversión para saber si la estrategia diseñada es aplicable a humanoas.
“Efectivamente, el cáncer se ha curado muchas veces en ratones. Es una estrategia muy prometedora, en ratones.
Muy pronte me gustó la química. Yo tenía un juego de química cuando era un niño. Y decidí estudiar ciencias Químicas pero con un ojo puesto en la biología. De hecho me especialicé en Bioquímica. Hubo una asignatura en cuarto curso de carrera, centrada en la estructura de las proteínas, me encantó, tuve un buen profesor y decidí que aquello podía ser una buena..., podía ser una buena idea dedicar mi tiempo a eso, al estudio de la estructura de proteínas.
Aquí al Biogune me incorporé hace cinco años, aquí había una apuesta muy fuerte por la biología estructural, y en particular en el uso de la principal herramienta que yo uso que es la resonancia magnética nuclear; tenemos una instrumentación aquí de alto nivel,
No es más difícil, pero sí requiere mayor formación. Realmente para ser un científico piensas que tienes que estudiar una carrera, -cuatro o cinco años-, tienes que hacer un doctorado, -otros cuatro o cinco años-, una estancia pos doctoral, -tres o cuatro años-, y entonces puedes empezar a hacer ciencia de una forma independiente y autónoma. Requiere un proceso de formación muy amplio y extendido en el tiempo. Más que dificultad requiere dedicación, formación.
Lo peor probablemente sea para mí, la dificultad de desconetar. Por un lado está bien no desconectar porque tienes que dedicar mucho esfuerzo y tiempo para responder a las preguntas que tu has elegido responder, pero por otro lado esa dificultad de desconectar te hace perder otras cosas como el tiempo que puedes dedicar a tu familia, a tus amigos, a descansar. La dificultad de desconectar posiblemente sea lo peor.
Lo mejor probablemente sea la sensación de libertad y por otro lado de capacidad de dedicar tu tiempo a algo que tu has elegido, que suele estar en la frontera del conocimiento que tenemos los seres humanos, y que supone un desafío importante.
A los ciudadanos les diría que hicieran un cierto esfuerzo por entender qué es lo que estamos haciendo. A través de lo que se divulga en los medios de comunicación, en las exposiciones, en los museos de ciencia. Que traten de entender un poco mejor para que puedan juzgar si realmente esta inversión merece la pena. Yo creo que sí merece la pena.
Y a los que tienen la responsabilidad realmente de asignar partidas presupuestarias pues les diría dos cosas. Una: que consideren la inversión en ciencia como una inversión y no como un gasto. Y dos: que los planes de inversión sean más o menos ambiciosos, pero que sean sostenibles en el tiempo, que no haya altibajos, que se mantengan una cierta espectativa de estabilidad. Yo creo que un argumento muy potente tanto para los ciudadanos como para responsables de asignación presupuestaria es simplemente constatar que aquellos países en los que la gente disfruta de una mayor calidad de vida y las sociedades son más prósperas, son precisamente aquellos que hacen un mayor esfuerzo inversor y sostenido en el tiempo en investigación científica.